24 nov 2008

Pedro Barragán.

Na bamô conzegío zabè de Pedro Barragán, l’autò de Zafarí. Novela de Costumbres granadinas. Ni ziqiera er prólogo e la nobela ehcrebío pô Melchor Fernández Almagro nuh da ningún dato e zu biografía. Zolamente poemô intuì pô la fexa e la publicazión e la nobela (1942) qe bibió arreò e mediô er ziglo XX. I pô la ehplicazionê etayà e la cohta granaína, aonde zitúa ar pueblo imahinario e Zafarí, poemô intuì qe nazió o bibió n’ezô roalê.
L’autò uza l’andalú ehcrebío profuzamente en cazi tô lô diálogô "con todos los accidentes de léxico y construcción que le hacen aceptar, por lo que hace a Zafarí, unas determinadas formas dialectales" zegún indica er prologihta Melchor F. Almagro. Anqe dihcrepamô der Melchor qe ehtâ hormâ dialertalê zean der pueblo granaíno cohtero, ya qe Barragán haze sesear a zû perzonahê i en la cohta e Graná ze zezea, anqe ze zuabemente. La nobela tié un gran interè pa l’ehtudio e l’andalú, no zolamente po l’utilizazión de l’andalú ehcrito –qe incluzibe l’utiliza n’argunâ palabrâ en dentro e la narrazión, anqe n’ehte cazo lâ pone en curziba- zino tamién pô l’uzo d’un bariao lézico i l’empleo d’interezantê hormâ zintárticâ.

Tehto:
—¡Briboneh, máh que briboneh!, que toh jabéi andáo trah eya como etráh de tóah, na máh que pá perderla y lo máh pá casaro. ¿Pa dale qué? ¡Pa dale paloh, paloh con una güena vara de armendro y nesesiáes y jambre y criaturah. ¡Que seih máh malo quer sebo y soh repudríh porque jay quien con su aquer sano mira por eya!
—¡Vamoh, agüela, que de siempre le já tiráo a usté er señorío! —dijóle un mocico escuchimizado—. ¡En luga de jablá tanto, má valía que le trajera a estoh hombreh treh o cuatro pernileh de Trevele y una damajuana de vino de Calonca, o manque sea de Morvisa, y sinó un sarchichón como de aquí a Lobreh!
—Yo, desde que nasí, estaba acostumbrá a ver cabrah en mi casa. Pero poco a poco, unah veseh por unah cosah, otrah por otrah, se fueron muriendo. Cuando ya empesé a salir con eyah ar campo no queában mah que doh —¡paése que lah estoy viendo!—, la Pinta y la Canela. Esta parió un chotiyo que tenía lah patáh blancah y to lo demáh der cuerpo mancháo, lo mismo que su maére. ¡Y no crea, me iba con ellah mu lejísimoh! ¡Jasta una torre de loh moroh, que pegaba en eya siempre un viento mu fuerte que casi erribaba a los animaleh, y yo misma me tenía que tirar al suelo y agarrarme a loh riscoh; el choto parecía que tenía las patah de trapo y muchas veceh caía roando! Por entonces a mi hermano mayor se lo yevaron a una guerra mu lejoh, que pué que usté jaya oío jablá deya: la guerra de Cuba. ¡Ajú, loh hombreh que cogieron payá! Y yo me pasaba lah horah muertah mirando ende el pié de la torre, porque a lo alto no se podía subir por no tener techo, mirando a ver si venía, como yegó un día er der cortijo de loh Escotuteh, que aunque venía con una enfermedá que yamaban paludismo, pues tó er mundo s'alegró mucho. ¡Puéh yo venga a mirá y mirá por si venía mi hermano, que enjamah volvió! Yo, ¡lo que es la inorancia!, le iba guardando tó lo que me paesía que le jabía de gustá. Una ves me encontré junto a las senisah de una lumbrera jecha por casaoreh una navaja enroviná; pon fui y la estuve limpiando y limpiando, venga a dale jasta que la puse como de plata y con un filo que cortaba lah ramah como sí fuán de sera. Pues señó, otra veh voy y me encuentro unah cosah como d'oro, que golían como asufre y como güelen lah tormentan; yo loh escondí pa mi hermano ebajo una piedra, la que me recuerdo que tenía una araña mu gorda cuando la levanté. jLo que é la inorancia! ¡Aluego resultaron eran como balah de lah escopetah con lah que casan los señoreh! Un día la Canela empesó a jincharse, a jincharse. ¿Señó, qué tendrá este animá? Mi agüelo, en cuanto lo vió, va y dijo que había bebió agua de jabón de aonde lavaban las mujereh... ¡Aquella noche, de madrugada, pueh se murió!

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